La Historia de Adam
19-8-2001
Traducido Por David García Claussell

 

Mi nombre es Adam. También dejé voluntariamente "la verdad" y quiero dejarles saber a otros cuánta felicidad puede ganarse al dar este paso tan difícil.  Sin embargo, contrario a otras personas quienes han compartido sus historias en esta página, yo posteriormente no he encontrado otra religión.  El propósito de este portal parece ser darles consuelo y apoyo a anteriores testigos de Jehová y a esos quienes están pensando salirse proveerles un lugar dónde acudir, esto es una causa muy noble.  Me gustaría hacer mi parte para ayudar, y siento que es importante dejarles saber a otras personas que el camino que tomé también puede ser adecuado.  Escapar de ese horror bajo CUALQUIER circunstancia debe ser alentado.

Comencé mi vida en la organización de los testigos de Jehová después de mí 6to. grado escolar para el verano. Mi hermano y yo estábamos de vacaciones visitando a mi padre y madrastra como siempre lo hacíamos, cuando una pareja de testigos de Jehová de los que van de puerta en puerta convenció a mi padre a sentarse y tener una conversación. Su mente era muy inquisitiva y lógica, estaba absolutamente interesado en lo que ellos tenían que decir.  Él nos llevó a su esposa, mi hermano, y a mí a unas cuantas reuniones de ellos, entonces, cuando su interés alcanzó su cúspide, los dejó y se fue a darles oído a los mormones, leyendo sobre Zen e investigando otras avenidas espirituales.

Mi madrastra y yo permanecimos. Qué parte en ella el mensaje le tocó no puedo decirlo con seguridad.  En cuanto a mí, yo estaba en un punto de mi vida dónde necesitaba respuestas.  Mis padres siempre mencionaban que había un Dios pero nunca fueron a la iglesia.  Escuchaba a los niños decir que su religión era la correcta y que aquellos que estaban en las religiones equivocadas se iban a quemar.  Llegué a la conclusión que era mejor encontrar la correcta y seguirla al pie de la letra, si es que quería vivir para siempre.  De modo que cuando llegaron los testigos de Jehová y apoyaban cada expresión con las escrituras mostrándome la Biblia, quedé atrapado.

La prospección analítica la saqué de mi padre por su expresión que si estas personas pueden demostrar todo lo que están predicando tenían que ser los que estaban en lo correcto.  Yo había visitado otras iglesias en dos o tres ocasiones y nunca había visto la Biblia ser usada tanto.  Comencé a ir de puerta en puerta, a conferenciar en el Salón del Reino según los ancianos me lo permitían, e incluso a ser invitado por padres para sostener estudios de la Biblia con sus hijos más jóvenes.  Hubo una conversación sobre enviarme a Betel tan pronto fuese bautizado.  Aunque se trataba de la misma predisposición lógica, es decir, “yo necesito pruebas”, cual me había convencido que había encontrado la verdadera religión fue la misma que finalmente me libró de la opresión mental y el lavado de cerebro que fui sometido por los próximos cinco años y medio.

Cuando comenzó mi último año escolar en la secundaria, tuve unas cuantas opciones por la cual decidirme.  Mi padre me dejó saber que él se iba a divorciar de mi madrastra después que me graduase.  Y no podía culparlo.  Después de su conversión, ella se hizo insoportable.  Aunque yo la obedecía como si fuese mi ‘dirigente espiritual’ no podía resistirla.  Estaba determinado que cuando el tiempo llegara me mudaría con uno de mis padres, aunque ella se opusiese.  Sabía que para ese momento ya sería un adulto y el tomar mi propia decisión no podría verse como una desobediencia.   Aunque conocía que en lugar de tener un monstruo tiránico como control para mantenerme en línea, estaría viviendo con uno de mis padres “mundanos”, y ambos les encantaría verme dejar la religión.

Comencé a pensar en las tentaciones a las cuales me enfrentaría.  Mi madre querría que celebrarse la navidad. Mi padre querría que expusiera mi mente en otras ideologías que no fuesen aquellas que me suministró la sociedad Watchtower, algunas de las cuales parecían tener sentido.  Entonces mi mente comenzó hablarme y empecé a escuchar: “Si te sientes tentado hacer estas cosas, eso significa que quieres hacerlas.  Y si quieres hacerlas, es porque piensas que ellas no son malas.  Tu no quieres robar. Tu no quieres mentir. Tu no quieres herir a las demás personas.  Tu no quieres hacer estas cosas porque sabes que son malas.  Sin embargo, sí quieres celebrar tu cumpleaños, quieres explorar las filosofías de otros, y quieres hacer amistad con personas que no son testigos de Jehová y que te han tratado con bondad.  Quiere hacer estas cosas porque siente que no son malas.  La única cosa que te detiene son unas palabras de hombres. ¡Las palabras de los HOMBRES!  ¡NO LAS DE DIOS!”

¿Dónde estaba la prueba? ¿Cómo podía estar seguro que la interpretación de las escrituras por la Watchtower era la correcta? La única seguridad que ellos podían darme eran sus palabras de hombres.  Mi padre desde entonces se había convertido en un ateo.  No obstante, él sólo tenía sus palabras para demostrar que su conclusión era la correcta.  Ciertamente lo mismo en sí me sucedía con las escrituras. ¿Cómo yo podría determinar que la Biblia era la palabra del verdadero Dios y que el Libro egipcio de los Muertos no provenía de los Dioses reales?  De nuevo, la única prueba de CUALQUIER creencia que CUALQUIERA en CUALQUIER momento de CUALQUIER cultura podría darme eran PALABRAS DE HOMBRES.  A mediados de mí ultimo año escolar me retiré súbitamente, en 1994.

Me tomó un rato ajustarme al mundo normal, sobre todo con mi madrastra aún devota en el hogar.  Sentimientos de culpa surgían siempre que veía a alguno de mi anterior congregación en la pequeña comunidad que yo vivía. Si veía un anciano me embargaba ese sentimiento de vergüenza que le da a uno cuando defrauda un padre o un maestro a quien uno respeta. Asimismo, una sensación de fracaso invadió mis pensamientos.  Yo había puesto un curso de acción pero no podía llevarlo a cabo.

Pero con el tiempo se desvanecieron esos pensamientos y sentimiento. Y quedé asombrado con lo que fueron reemplazados.  Encontré una confianza en mí mismo cual nunca supe que tenía.  Pude ser yo mismo, íntegro y completamente yo.  Estaba sólo para guiarme con mi conciencia y supe que estaría bien.  Los sentimientos de felicidad, libertad, y orgullo me levantaron durante un año. Hoy en día soy un agnóstico, sin embargo, espero algún día de algún modo encontrar las respuestas a las preguntas más importante que un mortal puede hacer.  Hasta que llegue ese tiempo continúo tratando de ser una persona tan buena como pueda serlo.  Vivo por mis propias normas del bien y mal, no por las que me dictaron a mí.  Las personas que disfrutan completamente de mi compañía, quedan tristes al verme ir, y me recuerdan con cariño. Dejar los testigos de Jehová fue la mejor cosa que pudo haberme pasado a mí, a mi familia y aquellos cuyas vidas he tocado.

Adam

 

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